El objetivo es que cuando finalicen las pruebas sea posible tener un criadero de la especie
La doctora Claudia Verónica Durruty Lagunes, de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -ubicada en Sisal- reconoce en el mero rojo una importancia económica mundial que provoca su sobreexplotación, así, con su equipo trabajan para reproducirlos.
Expuso que en Yucatán ocurre la mayor extracción de esta especie, pues más de 80 por ciento de los pescadores sobreviven con el mero rojo, por lo cual decidieron llevar a cabo el proceso para que, cuando finalicen las pruebas, sea posible contar con un criadero de la especie –aunque aún no saben en cuánto tiempo esto sería posible–.
El mero rojo forma parte de la lista de especies vulnerables desde el 2018, según la Unidad Internacional de Conservación de la Naturaleza, y si entra a este nivel sin que haya medidas correctivas, podría no haber retroceso, sensibilizó.
Como parte de este proyecto, surgió el Comité Consultivo del Mero, mismo que creó un plan de recuperación de la pesquería, creando una “veda natural”, un programa de retiro de embarcaciones, aumentaron dos meses la veda (febrero y marzo, aunque lo ideal sería de cuatro a cinco) y apoyo científico.
La especialista señaló que la acuacultura podría contribuir para disminuir la problemática del mero, pues logra producir la cantidad que se captura; para ello, entre las estrategias de la unidad Sisal de la UNAM está nutrir especies juveniles en cautiverio.
Además, señaló que crearon un banco de reproductores, debido a que la especie es hermafrodita y es hasta una edad madura que hacen la transición hacia machos, por lo que quisieron acortar el tiempo para que la reproducción sea posible más rápido.
Fue entonces que dentro del proyecto comenzaron a hacer la reversión sexual a macho de forma artificial, en la búsqueda de su reproducción; esto fue posible porque les implantaron hormonas sexuales masculinas, logrando que cambien de hembra a macho desde los dos años.
Ahora, puntualizó, los retos vendrán en la evaluación de la maduración de machos, incrementar y mantener el lote de reproductores, conocer la respuesta de la especie al cautiverio prolongado y comenzar con la producción de crías: larvas, engorda en estanques y/o jaulas, así como iniciar la repoblación, objetivo que sería en colaboración con biólogos pesqueros y comunidades pesqueras, dijo.
Todo esto, además de contribuir con la importancia pesquera, apuntó, aporta también porque a nivel ecológico fungen un papel importante al generar nichos para otras especies y ser un depredador tope; asimismo, en el aspecto cultural forma parte de uno de los platillos semanales de Yucatán, fijándose los viernes con caldo de cabeza de mero.
Actualmente, en México esta es la única unidad que está trabajando con la especie, misma que han investigado –y continúan investigando–, encontrando características: son hermafroditas (hembras hasta la edad madura), mientras más grandes están más al fondo (los machos están a mayor profundidad), la talla mínima de captura es de 36.3 centímetros, vive de 35 a 40 años.